Jueves, 22 de Noviembre del 2007

Jesús dijo: El que cree en mí… de su interior correrán ríos de agua viva.
Juan 7:38
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Juan 8:12

Una pequeña luz en un lugar melancólico

Fui a pasar un rato con mis hijos al hogar de ancianos del barrio. Mi pequeña hija se acercó con amabilidad a una abuela de aspecto un poco triste, cuyo rostro repentinamente se iluminó con una hermosa sonrisa. Quizá pensó en una de sus nietas a quien le gustaría ver más a menudo. Otra visitante va regularmente a ese lugar para reconfortar a los que se sienten solos. Aunque encorvada por los años, parece incansable. Es una abnegada cristiana: su gentil sonrisa trae el mensaje del Dios de gracia. Se acerca a los ancianos solitarios en nombre de Aquel que se define a sí mismo como “Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3). Ella vive sola, pero sabe que Dios no la abandona. ¿No prometió en su Palabra : “Hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo”? (Isaías 46:4). “Él es quien… rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (Salmo 103:4-5). La benévola presencia de la visitante recuerda a cada uno que Dios no olvida a ninguno de los más desprovistos de bienes y de compañía: “Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas… correrán, y no se cansarán” (espiritualmente hablando; Isaías 40:31).Aun cuando la edad es avanzada, estemos seguros de que nunca es demasiado tarde para volvernos a él.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

La Biblia en un Año: Daniel 5:17-7:14 - 1 Pedro 1:22-2:17

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