Miercoles, 28 de Noviembre del 2007

Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:14-15

La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
1 Corintios 1:18

Dios responde a su manera

Los israelitas liberados de la esclavitud de Egipto atravesaban el desierto de la península del Sinaí. Aunque estaban protegidos de múltiples peligros y milagrosamente alimentados, a menudo se quejaban de su Dios. Por eso, como castigo, Dios les envió unas serpientes cuya mordedura era mortal (Números 21:4-9). Entonces el pueblo reconoció su ingratitud y pidió a Moisés: “Ruega al Señor que quite de nosotros estas serpientes”. Moisés oró, pero Dios no quitó las serpientes. Sin embargo, Dios deseaba salvar a su pueblo de esa plaga, pero era necesario que cada israelita tuviera fe. Entonces dijo a Moisés: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá” (v. 8). Quizás algunos israelitas se quejaron, diciendo: –¿Nos harán creer que al mirar un pedazo de bronce fijado en un asta vamos a curarnos? Si Dios quiere salvarnos, hay un solo medio: ¡que retire las serpientes! Sin embargo, “cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (v. 9).Muchos siglos más tarde, Dios dio un medio universal de salvación: la muerte de Cristo en la cruz a favor de los que creen. Algunos cuestionan el valor de este medio para ser perdonado, pero sólo quienes lo aceptan hallan la paz con Dios.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)


La Biblia en un Año: Ezequiel 8:1-11:12 - 2 Pedro 3:1-18

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