Sábado, 03 de Febrero del 2008

El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Proverbios 28:13

¿Qué le impide salvarse?

Durante un frío invierno en Holanda muchos canales se habían congelado. Esto permitía acortar el camino para ir de un lugar a otro. Una mujer con una canasta colgando de su brazo quiso atravesar la superficie helada para llegar a la otra ribera. Estaba a punto de conseguirlo cuando oyó un repentino crujido. Antes de que se diera cuenta de lo que ocurría, el hielo se rompió bajo sus pies. Ella pudo mantenerse agarrada a la orilla del hueco y clamó por ayuda.Felizmente algunos hombres se hallaban cerca. Uno de ellos tendió una escalera sobre el hielo y caminó sobre los escalones hasta llegar hasta donde estaba la mujer. Trató de levantarla, pero algo se lo impedía: la canasta que seguía colgando de su brazo. Entonces el hombre le dijo: –¡Suelte esa canasta! –No, protestó ella, contiene mi sombrero del domingo. El hombre repitió: –¡Suéltelo; no es más que un sombrero, se trata de salvar su propia vida!Quizás el lector también tiene un «sombrero del domingo» que no quiere soltar y por eso no puede ser salvo. Quizá tiene pecados ocultos, malos amigos, costumbres pecaminosas, relaciones equivocadas o indignas. ¿O es su estilo de vida, su posición social, lo que le impide acudir a Jesús? ¿Verdaderamente quiere perder la oportunidad de ser salvo? Se trata de su vida eterna en la gloria del cielo. Reflexione bien. ¿Quiere poner en juego su destino eterno?

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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