Sábado, 23 de Febrero del 2008

Jesús, Señor nuestro… fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Romanos 4:24-25
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor.
Romanos 5:1

¿Qué clase de paz?

En julio de 1954, con motivo de una conferencia internacional por la paz en Ginebra, se ofreció una Biblia a cada delegado. No se podía dar algo mejor a hombres que venían a hablar de paz. En efecto, ¿no es éste el libro que anuncia la paz a todos los seres humanos que creen en Jesús?Por supuesto, no se trata de la paz terrenal, sino de la paz con Dios. Y no es una paz temporal, sino una paz dada para la eternidad. Tampoco es una calma momentánea en nuestro sufrimiento, sino la felicidad eterna en el paraíso de Dios. No podemos entrar por nosotros mismos en la presencia del Dios justo y santo; sólo tenemos ante nosotros el sombrío futuro de la muerte y el juicio (Hebreos 9:27).Pero Dios tuvo compasión de nosotros y nos amó tanto que dio a su Hijo unigénito, Jesús, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16). Jesús hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20).Ahora podemos esperar sin temor el maravilloso momento en que el Señor nos introducirá para siempre en la dicha de su presencia. La Biblia nos da una idea del estado eterno en el que vivirán los creyentes: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo… ya no habrá muerte, ni habrá más llanto” (Apocalipsis 21:3-4).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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