Lunes, 26 de Noviembre del 2007

A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Juan 1:12-13

¿Es usted cristiano, un hijo de Dios?

Uno no llega a ser cristiano como se entra en un club, pagando su cuota y adhiriéndose a las reglas establecidas. Ser cristiano no es ser un humanista, es decir, creer en el hombre y no en Dios. Se puede lograr las virtudes cristianas del amor y de la solidaridad, consagrarse a causas humanitarias, aun considerar a Jesús como un admirable modelo de bondad, altruismo y abnegación… pero pasar al lado de lo esencial.¿Qué es, pues, lo esencial? Lo esencial es creer lo que Dios dice. ¿Y qué es lo que dice?Dios creó al hombre inocente, y ambos tenían comunión. Por su desobediencia, el hombre rompió esa relación, llegó a ser pecador y adquirió una conciencia que le permite discernir entre el bien y el mal. Esta conciencia le recuerda que estando separado de Dios no puede ser feliz. Pero la conciencia puede estar dormida y hasta endurecida. He aquí un test para conocer su estado: ¿Qué me dice ella a propósito del pecado? ¿Me reconozco realmente pecador y culpable ante Dios?Jesús dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9:13). Cristo amó a los pecadores hasta el punto de cargar con sus pecados. “Fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 4:25; 5:1).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

La Biblia en un Año: Ezequiel 1:1-3:27- 2 Pedro 1:1-21

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