Miercoles, 30 de Abril del 2008

Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios. El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en el Señor es bienaventurado.
Proverbios 16:19-20

Un general poderoso

Naamán, jefe del ejército sirio, era un personaje importante. Profesionalmente tenía éxito. Personalmente era valiente y parecía tener una mente abierta. Su problema: era leproso y su enfermedad empañaba su felicidad. En la Biblia la lepra representa el pecado. Este azote del pecado no exime a ninguno de nosotros, por eso el relato de la curación de Naamán nos interesa a todos.
1) El gran hombre empezó por escuchar a la muchacha israelita que le sugirió que fuese a ver a Eliseo, el hombre de Dios. Ella sabía que su Dios era todopoderoso. Para ser sanado es necesario escuchar a Dios, quien nos habla en la Biblia.
2) Entonces Naamán se preparó: llevó presentes costosos. Pero Eliseo no aceptó ninguno de sus regalos. La salvación de Dios no se vende; es gratuita. Notemos que Eliseo no salió al encuentro de Naamán, sino que le envió un mensaje: “Vé y lávate siete veces en el Jordán” (2 Reyes 5:10). La cura debía tener lugar por medio de la fe, no por la vista o a través de señales. Hoy día aún es lo mismo. Para ser salvo del pecado es necesario creer en esa Palabra.
3) Naamán debió superar sus prejuicios, su orgullo, sus propias ideas acerca de la manera de ser curado. Tuvo que obedecer al mandamiento de Eliseo. Entonces su cuerpo fue sanado. Sepamos abandonar nuestras ideas estereotipadas para recibir simplemente la Palabra de Dios, que nos cura y nos hace vivir.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

Viernes, 25 de Abril del 2008

Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hebreos 11:6
Lo que ahora vivo… lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20

La realidad de la fe

Algunos dicen: –Usted siempre asegura que basta creer para ser salvo. Discúlpeme, pero verdaderamente es demasiado sencillo.En realidad, creer es a la vez muy simple y muy difícil. Para un niño, ¿hay algo más fácil que apoyarse en el hombro de su madre? ¿O hay algo más natural que creer en la palabra de un amigo? Para alguien que se está ahogando, ¿es difícil aferrarse a la soga que le echan? Asimismo la fe es simple, casi espontánea y está al alcance de todos.Pero, por otra parte, es difícil confiar en alguien que no se ve. Y no es natural dejar en las manos de otra persona nuestra vida. Además, es casi imposible aferrarse a una cuerda de salvación si uno no se siente en peligro.La fe produce una revolución en el pensamiento. Esta revolución es provocada por dos convicciones. Debo empezar por ser consciente de que mi vida sin Dios no tiene sentido, hasta es un fracaso. Pero también debo ver algo de la grandeza absoluta, de la santidad y del amor de Dios. Entonces creer llega a ser una realidad, hasta algo lógico. Es simple y grandiosa, además de ser una feliz decisión definitiva que compromete toda mi vida. Para mí la salvación es gratuita, pero a Dios le costó la vida de su propio Hijo. Necesitó que Jesucristo, el Salvador, se entregara hasta la muerte. Este es su precio y su valor.

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Viernes, 18 de Abril del 2008

Voz del Señor que quebranta los cedros… que desgaja las encinas, y desnuda los bosques.
Salmo 29:5 y 9
(¿Diremos?:) Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.
1 Corintios 15:32

Tempestad

El 31 de diciembre de 1999, después de la tempestad que hizo tantos estragos en Europa entre el 26 y el 28 del mismo mes, un locutor de una emisora radial se expresaba así:«Francia, herida, necesita hacer fiesta».Sin duda quería decir que para olvidar las tristes circunstancias que habían privado de electricidad, teléfono y hasta de agua potable a centenares de miles de hogares, era necesario desahogarse en la cena de fin de año. ¿Es verdaderamente una buena reacción? Muchas personas piensan que esa tempestad sólo fue la consecuencia fortuita y desdichada de varios factores meteorológicos. Pero, ¿no constituye también una seria advertencia ante la cual es necesario que cada uno reflexione? Dios habla suavemente por medio de los numerosos beneficios que permite en cada una de nuestras vidas. Pero a veces habla enérgicamente para que comprendamos que está aquí y desea que cada uno tenga que relacionarse con él. ¿Sabe usted que un día todo incrédulo tendrá que rendirle cuenta de su despreocupación? Ante sus advertencias, ¿cómo justificar tanto descaro?Hoy Dios sigue hablando. Su meta no es agobiarnos con un sinfín de catástrofes. Él nos busca y desea que nos volvamos a él. Quiere que nos pongamos en regla con él. Jesucristo murió para quitar la barrera que nos separaba de Dios. Ahora podemos conocerle como Padre y vivir diariamente en una feliz relación con él.

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Jueves, 17 de Marzo del 2008

Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban.
Isaías 65:1

El Evangelio hasta lo último de la tierra

Muy al norte del país de Israel, el Señor Jesús puso de manifiesto su poder y su gracia divina, que no conocen fronteras (Marcos 7:24). Una mujer extranjera acudió a él y se postró a sus pies con un inmenso dolor: su hija estaba poseída por un demonio. ¿Se ocuparía Jesús de alguien que no pertenecía a su pueblo? Sin dejar de indicar cuál era la posición privilegiada de los judíos, el Señor muestra que la gracia no tiene límites raciales o geográficos. Nada la detiene cuando la fe de alguien la deja obrar.Para poner en evidencia la fe de esa extranjera, el Señor le habló, en primer lugar, de una manera que parece severa. Pero nada la desalentó. “Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”, le dijo Jesús. Mas ella respondió: “Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos”. Ella se sometió porque sabía que los dones del Maestro son suficientes para saciar no sólo a los judíos (los hijos), sino también a las gentes de las naciones que creen en el Salvador. Él honró su confianza al curar a su hija.El pan de los hijos representa la Palabra de Dios, el Evangelio. Los hijos de Israel fueron sus primeros destinatarios, pero como no lo aceptaron fue anunciado a los no judíos. Hoy en día la historia se repite. Las naciones, cristianizadas desde hace siglos, se vuelven cada día más indiferentes al Evangelio, mientras que numerosas personas en países no cristianos, se vuelven hacia el Salvador.

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Miercoles, 16 de Abril del 2008

El Señor al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.
Proverbios 3:12

“El que amas está enfermo”

En Betania había una casa a la que Jesús le gustaba ir con sus discípulos. Allí una mujer llamada Marta le servía, mientras María, su hermana, le escuchaba. Más tarde la prueba tocó a esa familia: Lázaro, el hermano de Marta y María, cayó gravemente enfermo. En seguida sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús, diciendo simplemente: “Señor, he aquí el que amas está enfermo” (Juan 11:3). Sólo después de dos días, el Señor se puso en camino, pero cuando llegó, Lázaro había muerto.¿Se habrían equivocado las hermanas al decir: “el que amas”? No, pues “amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro”. Entonces, ¿por qué tardó en ir? Su obediencia a su Padre estaba antes que su amor por los suyos. También habría podido curar a Lázaro a distancia, como lo había hecho con otros enfermos (Juan 4:53; Marcos 7:30). Pero esta vez era necesario que se revelara como “la Resurrección y la Vida”. Cuando llegó, unos días más tarde, no sanó a un enfermo, sino que resucitó a un muerto. Así mostraba su divinidad y ante todo “la gloria de Dios”.Cuando pasamos por la enfermedad, por el duelo o cualquier otra prueba, nunca olvidemos que cada uno de nosotros es aquel o aquella a quien el Señor ama. Al apóstol Juan le gustaba llamarse “el discípulo a quien amaba Jesús” (Juan 13:23; 21:20). ¿Amaba el Señor a Juan más que a los demás? No ha de entenderse así, sino que Juan era consciente de ser amado personalmente por Jesús, como debemos serlo también nosotros, usted y yo.

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Viernes, 11 de Abril del 2008

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Lucas 15:4
En esto hemos conocido el amor, en que él (Cristo) puso su vida por nosotros.
1 Juan 3:16

¿Se puede perder la fe?

Luisa, residente en un asilo de ancianos, confesaba a una amiga cristiana que la visitaba: –Sabe usted, perdí la fe.Pero, ¿de qué fe se trataba?Las tradiciones y las simples creencias no pueden resistir al tiempo ni a las pruebas. Sólo el Señor Jesús hizo lo necesario para abrir el camino hacia Dios. No perderá a ninguno de aquellos que han confiado en él, pues forman parte de sus “ovejas”, porque él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27-29).Si algún día usted depositó realmente su fe en Jesús, no puede haberla perdido. Quizá las preocupaciones hicieron pantalla entre Dios y usted, pero no piense que su desaliento le es indiferente. Por eso dijo al profeta Ezequiel: “Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil” (Ezequiel 34:16). Pídale humildemente que le muestre si algo en su vida lo aleja de él. Entonces se dará cuenta de que él siempre está presente y espera que usted le hable y le cuente todo lo que le preocupa, como lo puede hacer cualquier hijo que tiene una buena relación con su padre.

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Jueves, 09 de Marzo del 2008

De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Hebreos 13:16
Dios ama al dador alegre.
2 Corintios 9:7

¿Cuánto o cómo?

Jesús estaba sentado frente al arca de las ofrendas (Lucas 21:1-4). Con esa penetrante mirada con que lo observa todo y a todos, no sólo veía cuánto (lo único que, en general, interesa a los hombres), sino cómo, daba cada uno. He aquí una viuda pobre se acercó con su conmovedora limosna: las pocas “blancas” que le quedaban para vivir.El Señor, conmovido, llamó a sus discípulos y comentó lo que acababa de ver. ¡Ah, esa extraordinaria ofrenda!: “todo el sustento que tenía”. Esta limosna no sólo es prueba de los afectos que esa mujer sentía por Dios y su casa, sino también de la total confianza que tenía en el Señor para satisfacer sus necesidades (compárese con 1 Reyes 17:13). Al echar en el arca sus últimos recursos, ella se entregaba enteramente a Dios y mostraba que sólo dependía de él (compárese 1 Timoteo 5:5 con 2 Corintios 8:1-5).El Señor, a quien nada se le escapa, valora lo que cada uno da, comparándolo con lo que guarda para sí. No tiene la misma manera de contar que nosotros, y esto es un aliento para todos los que no pueden dar mucho (2 Corintios 8:12). ¡Cuántas pequeñas monedas vendrán a ser fortunas en el tesoro celestial! (Mateo 6:19-21).Depositemos nuestra confianza en Dios. Quizás en este mundo, pero ciertamente en el otro, él sabrá recompensar más allá de toda medida los más pequeños o grandes sacrificios hechos por amor a él.

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Martes, 08 de Abril 2008

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle.
Salmo 42:5 y 11


Un diálogo con mi alma

El libro de los Salmos contiene varios ejemplos de diálogos en los cuales el creyente se dirige a su propia alma para alentarla o estimularla. “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?” ¿A menudo no nos ocurre, sobre todo durante la noche, machacar siempre en los mismos problemas y dramatizarlos? Nos sentimos abatidos, agobiados, y muchas veces deprimidos. Nos agitamos y damos vueltas en la mente a todos los aspectos de una situación. Entonces, ¿cuál es el recurso para romper ese ciclo de «abatimiento–agitación»? En nuestros días, cuando muchos se apresuran a ir al consultorio de los psicólogos por cualquier pequeñez, sepamos mejor confiar nuestras dificultades o penas al Señor.“Despierta, alma mía” (Salmo 57:8). Y<\p>si hay días nublados en nuestra vida, durante los cuales a veces encontramos hostilidad, aprendamos a elevarnos por encima de las circunstancias para gustar el amor de Dios.“Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza” (Salmo 62:5). Ante todo, la vida cristiana significa una relación real y de confianza en Dios.“Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). ¿Son los agradecimientos la tela de fondo de nuestra vida?“Mi porción es el Señor, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré” (Lamentaciones de Jeremías 3:24). Esta respuesta nos trae el sosiego.“Sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).


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